El Sol es una fuente de energía que nos proporciona luz y calor, y gracias a la cual existe la vida en la Tierra. Pero no solamente es el origen de que tengamos energía lumínica y térmica generada a partir de la captación de sus radiaciones solares, sino que también es el responsable de la energía eólica. Te preguntarás, ¿qué tiene que ver el Sol con la energía obtenida a partir del viento?
La respuesta es sencilla: mucho. Y es que los diferentes niveles de radiación solar en unas zonas u otras de nuestro planeta provocan que se creen altas o bajas presiones, dependiendo de si hay menor o mayor radiación, respectivamente. La diferencia de presiones provocará que el aire se mueva en forma ascendente o descendente, originando con ello el viento.
A día de hoy, la energía proveniente de ese viento es una de las energías renovables que más se usan, suponiendo una excelente alternativa al uso de carbón u otros combustibles fósiles para la obtención de electricidad. La energía eólica supone, además, una de las fuentes energéticas más antiguas empleadas por el ser humano.
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¿Cuándo se comenzó a usar la energía del viento?
Ya los egipcios, hace más de 5000 años, aprovechaban la energía cinética que provenía del viento para la navegación, concretamente para impulsar sus barcos. Ya en el siglo VII se comenzó a dar otro uso a la energía eólica, usándola para tareas como el bombeo del agua o para moler el grano, gracias a los molinos de viento. Pero el primer uso del viento como fuente de energía para generar electricidad data del siglo XIX, cuando se comenzaron a construir turbinas eólicas que generaban electricidad.
Desde entonces los avances en el campo de la energía eólica han sido continuos.
Cuando hoy hablamos de energía eólica nos estamos refiriendo a una fuente de energía limpia y renovable que aprovecha la fuerza cinética del viento para mover unas aspas que ponen en marcha un generador del cual se obtiene electricidad. Gracias a su materia prima y a las características, supone una fuente de energía renovable y cuidadosa con el medio ambiente, ya que no emite contaminantes ni gases de efecto invernadero que puedan acelerar el cambio climático.
Obtener electricidad a partir del viento
Los sistemas empleados para generar electricidad a partir de las corrientes de aire se denominan aerogeneradores, unos molinos de viento de diferentes tamaños que se pueden instalar tanto en tierra como en el mar. Estos son los encargados de accionar las turbinas para la transformación de la energía cinética del viento en electricidad.
El mecanismo de funcionamiento de estos aerogeneradores sigue siempre el mismo esquema: primero, gracias a su sistema de posicionamiento, se colocan en la mejor dirección para aprovechar al máximo nivel la energía del viento; una vez posicionados, la fuerza del viento comienza a hacer girar sus aspas, que están conectadas a un rotor que multiplica su velocidad y se consigue una mayor potencia cinética; por último, un generador se encarga de transformar esa energía cinética en electricidad, que se transmite a la red.
Según diversos estudios realizados en aerogeneradores y parque eólicos, se calcula que de todo el viento que pasa por estos sistemas, tan solo se aprovecha en torno a un 45%.
Aerogeneradores, los molinos de viento modernos
Los aerogeneradores están compuestos por diversas partes: la torre, que sirve de soporte para el resto de elementos y para conducir la energía eléctrica hasta una subestación; unas aspas encargadas de recoger la fuerza del viento; un sistema de orientación que permite posicionar las aspas en favor del viento; un armario de acoplamiento a la red eléctrica; un rotor que multiplica la velocidad de las palas; un freno; y un generador que permite la transformación de la energía eólica en electricidad.
El tamaño de los molinos de viento juega un papel muy importante en la cantidad de energía que se puede obtener. Cuanto más grandes sean las palas encargadas de captar la fuerza del viento, más potencia energética se obtendrá. Debido a esto, cada vez se construyen estructuras más grandes. La altura de las torres de los aerogeneradores puede alcanzar los 50 metros, mientras que la de sus aspas puede llegar a los 23 metros.
Aunque los costes de fabricación, transporte y construcción de estas estructuras pueden ser elevados, los años de vida útil de las mismas compensan. Pueden llegar a durar hasta 30 años produciendo electricidad para hogares, industrias o núcleos urbanos; energía eléctrica generada de una forma limpia, segura y renovable, que reduce significativamente la emisión de contaminantes.
Los conjuntos de aerogeneradores se conocen comúnmente como parques eólicos. En estas instalaciones hay numerosos molinos de viento que se encargan de transformar la fuerza del viento en energía eléctrica que se transmitirá a la red eléctrica para su suministro.
Hay que realizar un estudio previo para la instalación de parques eólicos
Antes de proceder con la instalación de aerogeneradores, se deben estudiar las características de la zona en la que se pretenden construir, teniendo en cuenta factores como el terreno, las variaciones climatologías o las diferencias de fuerza con que sopla el viento a diversas alturas. Estas investigaciones se llevan a cabo con instrumentos de medición de viento, como las veletas y los anemómetros.
Debido a los cambios climatológicos que se pueden producir y que inciden directamente sobre la presencia o ausencia de viento, los parques eólicos no se utilizan como fuentes únicas para la obtención de electricidad. La energía fotovoltaica o la hidráulica suelen ser algunas de las opciones de apoyo.
Aunque lo más habitual es encontrar este tipo de instalaciones en tierra firme, también se pueden ver (sobre todo en el norte de Europa) parques eólicos en el mar. Estos se denominan parques offshore, y aprovechan la energía eólica marina para generar electricidad. Es decir, al igual que los que se encuentran en tierra, capturan la fuerza del viento, que suele ser mayor en estos lugares, para conseguir energía eléctrica.
¿Por qué se debe apostar por la energía eólica?
Como ya hemos dicho, se trata de una de las fuentes de energía renovable más limpias que existen, con lo que su utilización contribuye al mantenimiento de un desarrollo sostenible. Al no emitir contaminantes que perjudiquen el medio ambiente o a las personas, la energía del viento es una de las mejores opciones a la hora de generar electricidad.
En cuanto al espacio que ocupan las instalaciones eólicas, es menor que el que se necesita para construir otro tipo de centrales, pudiendo además convivir con la actividad ganadera y agrícola de los lugares donde se encuentren.
Todas estas características hacen que la energía eólica sea una de las fuentes de energía renovables más usadas en todo el mundo, y que cada vez se expande a más lugares.